miércoles, 18 de mayo de 2011

¿Cómo puede ser sin Ti?

Para dónde voy sin tu Presencia
A quién escucho si no es tu voz
Cómo me levanto sin tu fuerza
Cómo puedo amar sin el Amor.

Cómo vivir sin El Alimento
Cómo ser feliz sin tu Perdón
Ya no quiero a nadie antes de Ti
Sólo soy feliz cuando estás en mí.

Pues nada puede calmar mi sed
si no es el Agua que tiene Vida
Ahora entiendo que no podré
vivir lo eterno sin Pan de Vida

Pierdo el Camino si no Te sigo
Todo es mentira lejos Ti
No sé estar viva dentro de mí
sin la única Vida que mora en Ti, Jesús.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Hebreos 10, 24 =)

Hola tú, quisiera compartir algo que he aprendido hoy. =)

El país donde yo vivo, México, como muchos otros países en el mundo, está pasando por mucha violencia como en la que a mis 24 años nunca había visto. Jamás había escuchado que la violencia llegara a personas cercanas a mí, siempre lo veía sólo en noticias.

He escuchado, como muchos preguntan "¿y dónde está Dios?" ...no es mi intención juzgar a quien lo pregunta, pues seguramente yo me hubiera preguntado lo mismo antes de que tuviera mi encuentro con Él. Dios está aquí y aun cuando somos libres de Dejarlo entrar, Él sigue tocando la puerta de nuestros corazones... todos los días lo hace.

Hace más de dos mil años vino un hombre, de nombre Jesús, a enseñarnos cómo amarnos. Algunos quisieron escucharlo y seguir su ejemplo, otros tantos no. Después, sus amigos los apóstoles, fueron enviados por ÉL, para llevar el mensaje al mundo entero. Hoy miles de años después, el mensaje se ha extendido casi por todo el mundo.

Somos libres de hacer lo que queramos, aunque es verdad que no todo conviene. Así lo dice el apóstol San Pablo en sus cartas (1Cor6.12) . Así pues, se nos ha enseñado a amar, a respetar, a perdonar, a ayudar y tantas cosas desde pequeños, a algunos se les ha enseñado más que a otros. Pero todos llevamos la responsabilidad de transmitir esta enseñanza, la mayor de las veces posible. En mi experiencia, puedo decir que muchas veces soy débil y mi carácter junto con mi voluntad, hacen que lo sea más. Por eso, reconozco como soy y le pido a Dios que me ayude a hacer el bien y a amar. Se que es difícil amar a todos, pero con la ayuda de Dios es posible.

En lo personal, creo estamos pasando por esto porque hemos sacado a Dios de nuestra vida. Lo hemos sacado de nuestra escuela, nuestros amigos y trabajos. Pienso que lo mejor sería reconocer que necesitamos de su Gracia y su Enseñanza y que antes de reconocer el error en aquel que mata, que roba y secuestra, sepamos reconocer su falta de amor y así orar por él.

A veces he pensado que si hago el bien aunque sea no devolviéndole el insulto a aquel que me insultó en la calle mientras manejaba, o si le doy el pase a un carro en vez de acelerar para que se espere, no serviría de nada pues solo es una sola persona; pero después reflexiono en eso y quizás sea sólo una persona, pero que talvez aprendió de ese gesto de caridad y se vea inspirado a hacer lo mismo. Y así en vez de mal, pueda difundirse el bien.

Si muchas veces hemos imitado el mal que otros han hecho (vengarnos, hablar mal de otros, no perdonar, no ayudar) y hemos visto que no sirve de nada; por qué no, mejor ¿imitamos el bien que vemos que otros hacen?

Por eso, hoy al leer la cita que en el título está, "Hebreos 10, 24", la cual dice:

 "Busquemos la manera de ayudarnos unos a otros a tener más amor y a hacer el bien." Hb.10, 24

Comprendí que eso es lo que nos toca hacer, cuando nos preguntemos "¿qué puedo hacer yo para ayudar en este mundo?". Y es buscar ayudarnos a tener amor y a hacer el bien, y la mejor manera de ayudar a que otro ame, es que sepa amar yo primero, y la mejor manera de ayudar a que otro haga el bien, es haciéndolo yo primero.


Por eso quiero dar gracias a Dios, que nos tiene tanta paciencia y nos ayuda a comprender lo que más necesitamos. Es un padre que no se cansa de hacer el bien a sus hijos y de que antes de darnos todo en la mano, nos enseña a conseguirlo trabajando, siempre con la ayuda de su gracia.

Me encomiendo a tu oración, para que pueda amar y hacer el bien. Yo pido lo mismo por ti. =)


Amén.

miércoles, 13 de abril de 2011

En sus Calcetines

Ahora voy a escribir un mensaje que Dios me ayudó a comprender, por medio de una experiencia muy cortita, el 1° de noviembre del 2009:

Estaba apunto de ir a dormir, cuando al ponerme mis pijamas me faltaba un par de calcetas. Busqué en mi cajón, pero no encontré algo cómodo para dormir. Entonces fui a buscar en las cosas de mi padre. Encontré un par de calcetines que me parecieron muy cómodos, entonces me los puse.

Al estarme poniendo sus calcetines, pensé: "estos son de mi padre, los usa cuando va a hacer ejercicio". De tal manera, comencé a imaginar cómo sería un día de mi papá: ¿qué sentirá, cómo lo tratará la vida y cómo sería que él trataría a los demás?. Pensé que tal vez mi padre, a sus 50 años quiere seguir siendo fuerte y por eso va al box...y yo que tanto le he repetido que a su edad ya no es bueno ese ejercicio. Pues con sus calcetines puestos me puse a pensar lo que él sentiría al escuchar esas palabras mías.

Por eso, ahora comprendo esa frase tan trillada de "¡Ponte en sus zapatos!". Pero no fue hasta que coloqué los calcetines de mi padre en mis pies, que lo pude comprender. Hoy creo que Jesús también me invita a mí y te invita a ti a ponernos en la vida y en el lugar de los demás, para poder comprenderlos, respetarlos y amarlos.

¡Para Gloria suya! Amén. =)

jueves, 31 de marzo de 2011

Mi Testimonio a la Conversión

Hola! Voy a escribir un pedacito de mi vida que me encanta recordar.

Cuando era muy pequeña estudié en un colegio, que no era precisamente de monjitas pero si Católico. Mi madre acostumbraba a llevarme al catecismo los sábados y procuró siempre que yo cumpliera los sacramentos debidos. Mi padre, aunque es Católico, cuando yo era pequeña casi nunca nos acompañó a misa. Soy la segunda de tres hermanas y fui siempre la más tremenda, quizás muchas veces un dolor de cabeza para mis papás jajaj. De niña, oraba a Jesús y siempre le decía que Él era mi mejor amigo.

Cuando cumplí 15 años, en la misa de la celebración el sacerdote me dijo estás palabras: - Natalia, que tu modelo a seguir no sea ninguna mujer más que la Virgen María. Esas palabras fueron muy bonitas y algo dentro de mí me hizo saber que lo que me había dicho el sacerdote era muy bueno. Sin embargo, al entrar a la adolescencia, decidí olvidarme de eso.

Pasados dos años, mientras cursaba la preparatoria, vi que era bueno agradar a los demás. ¿Quién era mi modelo a seguir? Bueno, realmente no era mi madre, ni mi padre, ni mi hermana mayor... Tampoco era alguien en específico. Yo diría que se trataba, mejor dicho, de la televisión, las revistas y las chavas de mi preparatoria. Por ningún motivo podría ser la Virgen María, eso me haría verme una persona demasiado aburrida (así pensaba yo).

Mientras vivía esta etapa de mi vida, buscaba hacer lo que no podía hacer y tener lo que no podía tener. ¿Queee dije??? Parece un trabalenguas jaja, pero así de complicada me hacía la existencia. Primero comencé a notar que mi cuerpo (aunque nunca tuve sobrepeso) no era precisamente el que mostraban en la TV o en revistas. Así pues, decidí bajar de peso por mi propia cuenta. Comencé a comer menos. También empecé a hacer mucho ejercicio. Pero como comer menos me parecía algo complicado, decidí comenzar (aunque suene asqueroso) a vomitar. Al principio no era cada vez que comía algo, pero después casi todo si. Comencé a bajar de peso y fue algo que se convirtió en mi obsesión. Bulimia. Yo decía que un kilo que bajara más me haría feliz, pero cuando eso pasaba, descubría que no era feliz, que eso no llenaba mi corazón.

Fui creando mis propios anhelos: el cuerpo perfecto, diversión, ropa envidiable y un novio guapísimo. Yo solo era una adolescente que buscaba encontrar la felicidad. Por alguna extraña razón no era feliz y si lograba sentirme feliz, tan solo era un instante. No comprendía que mi fuente de felicidad era como una fuente de refresco azucarado que sabía bastante bien, pero que nunca saciaba mi sed, sino todo lo contrario, me producía cada vez más y más sed.

Buscaba siempre lo que no me era debido, como por ejemplo, ir a antros o tomar bebidas alcohólicas antes de ser mayor de edad. Cada vez que iba a una fiesta o antro tomaba, pues si no lo hacía sentía que no hubo diversión para mí. En una ocasión tomé ocho shots de tequila, pesando 48 kg. Ese día sentí que iba a morir. Por un momento perdí la conciencia, cuando la recuperé sentí realmente que me estaba muriendo y lo único que pensé fue pedirle ayuda a Dios (a quien ya me había olvidado hablarle). Le dije - Señor, no permitas que muera ahora, por favor déjame vivir más tiempo, aun no he hecho nada bien, si no sólo he desperdiciado mi vida-. Después, me llevaron a urgencias, donde el médico me dijo que puse mi cuerpo en riesgo de muerte, que tenía acidosis metabólica (el pH de la sangre muy ácido), lo cual me pudo haber matado de no haber ido al hospital. Gracias a Dios que una amiga llamó a mis padres para que me llevaran al hospital.

Estos años de mi vida, jamás cuidé de mi cuerpo, el Templo donde habita el Espíritu de Dios; yo no sabía que Dios vivía dentro de mí. Descuidé el templo de Dios buscando solo mis propios placeres: vanidad, alcohol y lujuria. Cuando tenía algún novio, realmente nunca buscaba acercarlo a Dios. Caí tantas veces en la impureza.

Todo esto me llevó a sentir un abismo en mi corazón, un vacío que me producía tristeza y depresión.  

Mi madre, oraba mucho por mí a la Virgen María. Ella le pedía que yo volviera al redil de Jesús el Buen Pastor y sus plegarias fueron escuchadas.

Un día, a la hora libre en mi prepa, una amiga me dijo que la acompañara a un grupo de oración pues sus papás le insistían que fuera. Ella me dijo que no quería ir sola, que la acompañara, al fin que conocería muchos chavos. Yo accedí. Lo único que me entusiasmaba en ir era el conocer chavos.

Al llegar al grupo, el coordinador nos platicó que ahí se rezaba el rosario, se leía la palabra de Dios y se reflexionaba sobre ella. La verdad yo no sabía rezar el rosario y aprenderlo me daba flojera. Dijo el coordinador que solo rezaríamos un misterio para que no fuera tan pesado. Este grupo se llevaba acabo cada jueves por la noche. Al finalizar, el coordinador me dijo que todos nuestros anhelos y deseos se los pusiera a María en sus manos, pues ella estaría orando junto conmigo a Dios Padre. Yo le pregunté que si le pedía a María la felicidad, ella me ayudaría a obtenerla. Él, con una sonrisa y una seguridad, me dijo que si.

Ese fue el día en que puse mi oración en manos de María. Al principio solo pedía cosas vanas, como sacar buena nota en un examen, encontrar un novio ó tener un coche. Casi como si el rezo del rosario fuera una carta escrita a Santa Claus. Pero María, como es Madre de Misericordia, purificaba mi oración, entregando a Jesús la plegaria verdadera que gritaba mi corazón: Quiero Tener a Jesús en Mi Vida. María solo busca acercarnos a su Hijo Jesús.

Poco a poco, mis deseos superficiales fueron desapareciendo. Sin hacerme el propósito Jesús me sanó. La bulimia desapareció de mi vida. Empecé a desear saber más a cerca de Jesús. Me comencé a enamorar de Él.

Llegaron a mí, enviados del Señor. Amigos o conocidos que servían a Dios en grupos y comenzaron a invitarme a misiones, a pertenecer a un coro y a grupos apostólicos. Así fue como fui teniendo herramientas para conocer a Jesús.

Sin embargo, aun cuando iba de misiones y pertenecía a grupos, mi manera de hablar y actuar no era muy congruente con lo que predicaba. Aun necesitaba y necesito purificar mi alma. Pero Jesús, es un pastor que guía a sus ovejas. Sus ovejas reconocen su voz.

Un día, al estar cantando en el coro de la iglesia un domingo, hubo un canto que, aunque había escuchado desde pequeña y no me encantaba, ese día causó una revolución dentro de mí. El canto es el de "Hoy en Oración" y hay una parte en el coro en donde dice "dime Señor, en qué te puedo servir". Sabía que eso era lo que mi alma anhelaba. Servir al Señor. Y me quedé después de la misa a repetir: dime en qué te puedo servir; se lo dije muchas veces.

Comencé a darme cuenta de la importancia que tiene, que un cristiano lleve una vida congruente y que busque dar testimonio de Jesús mientras más le sea posible. Sentí que vivía en hipocresía, pues no llevaba nada de lo aprendido a la práctica. Así pues, tras algunos días de oración y petición a Dios, de que me indicara el sendero, recibí la invitación de pertenecer a un ministerio. Confieso que yo pensaba que sólo serviría en un retiro (dando de comer a la gente, limpiando, etc). Para mi sorpresa, ha sido el retiro más largo de mi vida, pues aun sigo sirviendo en Él, para la gloria de Dios.

Este ministerio del que hablo, se llama Ministerio Uno en Cristo (la página web está dentro de este blog). En él, Jesús me dio la oportunidad de tener formación espiritual. Aprendí que para seguir a Jesús debemos alimentarnos de su Palabra, de su Cuerpo, su Sangre y su Divinidad. Poco a poco, comencé a leer los evangelios y aprender de la vida de Jesús. La palabra de Dios, comenzó a someter a jucio las intenciones de mi corazón y transformar mi alma. El Espíritu Santo nos da luz para seguir la voluntad de Dios. En este ministerio, además de servir en retiros, comprendí que la oración y el apostolado nos llevan a amar como Jesús nos lo pidió.

He aprendido que no hay una sola conversión, si no que la conversión es todos los días. El camino espiritual es maravilloso, sin embargo seguir a Cristo no es fácil, pues hay muchas pruebas, tentaciones, sequedades, tribulaciones y persecusiones. Pero en todo esto nos acompaña la gracia de Dios y su Espíritu Santo para ayudarnos a salir aprobados =)

Yo no me propuse conocer a Jesús...fue por su gracia que pude conocerlo. Estaba sedienta y bebiendo de la fuente equivocada. Mi alma buscaba agua viva. Jesús se acercó a mí, como se acercó a la mujer samaritana, diciéndome que tenía sed de almas. Así como la mujer samaritana, al principio pensó que sería ella quien serviría a aquel judío (Jesús), así también me equivoqué, pensando que yo ayudaba a Jesús, sirviéndole. Sin embargo, no sabía quién era el que me pedía "agua", no sabía que el tenía Agua Viva, que me haría no tener sed nunca más. Gracias a Dios, encontré la fuente de felicidad, la fuente del Agua Viva, que apaga mi sed, que me mantiene viva y le da sentido a mi Vida.

Señor, te doy gracias por todo lo que has hecho en mi vida, por haberme sacado del camino equivocado y haberme renovado. Te doy gracias porque me haces feliz y me ayudar a amar a quien me rodea. Te pido por mi herman@ que está leyendo esto que escribo, sea cual sea su situación, sea por lo que sea que esté pasando, yo te pido Jesús que le refresques con el agua viva que tienes Tú, que le sanes el alma y el corazón, escuches las intenciones que guarda en su corazón y le bendigas siempre. Amén.

María, ruega por nosotros. :)